Esto sucedió en una de esas tardes de agosto, cuando la rutina se vio interrumpida por un cruce de miradas.
Son las 5 p.m. y me dispongo a hacer el recorrido en tren que habitualmente me lleva del trabajo a la casa, comienza la hora pico y sólo quiero descansar. Me dirijo al último vagón porque es el que menos se llena en el recorrido entre las estaciones La Estrella y Universidad y mientras aguardaba por la apertura de las puertas, crucé miradas con un chico.
En principio no le di mucha importancia y seguí
escaneando la plataforma
queriendo deleitar la vista y al volver a mirar al chico, noto como este se estaba tocando a través del bolsillo de su pantalón, lo miro a la cara, me mira, sonríe con sus ojos y yo soy incapaz de sostenerle la mirada… ;Hay una evidente tensión sexual en el ambiente!
Él se deja venir, le miro la entrepierna y noto una prominente erección, me quedo fijamente deleitado con ello, lo miro, me mira y sigue un par de metros, forzándome a girar para no perderlo de mi campo visual. No necesitamos hablar para entender lo que nuestro lenguaje corporal nos está pidiendo…
¡Queremos morbo, queremos sexo!
El tren abre sus puertas y yo entro primero, quedando a la expectativa de seguirle el rastro al chico y para mi sorpresa, este se me sienta al lado, se pone un bolso sobre su entrepierna y yo trato de bajar la mirada muy sutilmente para fijarla sobre su pretina…. ¡Bom, bom!
¡Bom bom! Su pene late vigorosamente ¡Bom, bom!
¡Bom, bom! Su pene late vigorosamente ¡Bom, bom!
¡Bom, bom! El mío se sincroniza con su palpitar.
Había escuchado historias de cruising en el transporte público, pero pensé que era un mito urbano, una fantasía que muchos quisieran experimentar, pero ese día comprendí que la cosa era real y odié profundamente no haberme situado en el primer vagón para vivir mejor la experiencia. El tren inicia su recorrido y cada que le miraba la entrepierna, su pene daba brincos cada vez más notorios y yo estaba entrando en éxtasis, me mordía los labios, me fijaba en que nadie nos estuviera viendo y no me aguanté más… ¡Le hablé!
- ¿Para dónde vas?
- Poblado, ¿ vos?
- Universidad.
Le pregunté por el rol y que hacer para poder tocar eso tan delicioso que tanta fuerza hacía por salir. El se toca por encima y define una silueta de un miembro que marcaba al rededor de unos 19 cm, traté de tocarlo pero aún no había bastante gente ahí……;Próxima
estación Sabaneta!
El tren se detiene y me dice
¡vamos! Se levanta y lo sigo sin saber que va a pasar, el tren continúa su recorrido y él me dice que en el próximo nos hacemos en el segundo vagón, nos bajamos en la siguiente estación y en la siguiente nos hacemos en la primera puerta del primer vagón. Así lo hicimos y entre parada y parada me explica como debo pararme en la puerta para no despertar sospechas de nada entre los demás pasajeros.
Cuando llegó el momento de estar entre la multitud pude poner en práctica lo que me había indicado y ahí pude corroborar lo que antes había visto cuando se lo marcó con su mano, era grande, de grosor básico, pero se sentía muy bien al manos que lo agarraba sutilmente mientran trataban de masturbarlo…
¡Próxima estación Ayurá!
La técnica es bastante simple, con una mano te sujetas de un barandal, mientras que la otra la sitúas sobre el bolsillo sin guardarla y esperas pacientemente a que el aforo haga lo suyo…los roces son inevitables, pero
la mano está ahí para pescar en rio revuelto. El chico y yo uno en frente del otro, estabamos tocándonos entre la multitud, disfrutando de la adrenalina y la euforia del momento y yo podía sentir como nuestros cuerpos entraban en efervescencia y el sudor se mezclaba con las feromonas.
Disfruto muchísimo del olor natural de las personas y me enciende demasiado sentir la excitación en el aroma y a esa hora la sensación fue multisensorial porque mis ojos estaban al pendiente de que no nos vieran, mi mano jugueteaba con su pene aun por dentro de su pantalón, mis oídos estaban al pendiente del recorrido y mi lengua al igual que mi pene, lubricaban
excesivamente…MIERDA,
este tipo ya se va a bajar…
¡Próxima estación
Aguacatala!
-¿Te tienes que bajar?
– Puedo seguir, me contestó. Esas palabras me encendieron mucho más y aproveché la aglomeración de la parada para aferrarme más a su pene, mientras que él hacía lo propio con el mío. Sincronizamos la manera de tocarnos mientras llegábamos a Poblado. Sabía que allí tendría otra oportunidad de ser más descarado, aprovechando el empujón que dan las personas tratando de entrar o salir y en efecto tuve la fortuna de bajarle la pretina e introducir mí mano para corroborar lo que en mí ya era muy notorio….su ropa interior estaba muy mojada, mucho…¡Bom, bom! ¡Bom, bom! Hay un pene palpitando detrás de mí.
Siento una electrizante sensación, causada por la sorpresa que me acabo de llevar…¡Marica, nos pillaron!, pensé. Creí haber sido lo suficientemente discreto y precavido para no levantar sospechas, pero tenía detrás de mí a otro sujeto que se estaba haciendo sentir y de que manera. El cruising deja huellas fácilmente rastreables y al parecer lo que nosotros estabamos haciendo dejó su evidencia, yo estaba a mil, sudaba yo estaba a mil, sudaba frío, quería voltear, pero tenía miedo de que al hacer contacto visual hubieran más ojos que me mirasen inquisidoramente.
Mi mano izquierda estaba húmeda por la exploración que estaba haciendo, mi mano derecha estaba afereada a los barandales y mi culo estaba expuesto y vulnerable a la exploración que alguien estaba haciendo y aunque me cueste aceptarlo, lo estaba disfrutando, este tipo debe ser todo un master en ello, pues poco a poco yo estaba bajando la guardia y también comencé a moverme tratando de entregarme a ese hombre que con su bulto y su frenético restregar me hacía desearlo, pese a que aún no conocía su rostro, pero gracias a esa proximidad ya tenía una representación mental de cómo era la morfología que se le dibujaba entre su
entrepierna…¡Próxima
estación Industriales!
Aproveché el flujo de
pasajeros para
acomodarme mejor y verle a
la cara al otro chico, ¡Dios,
es un mono bastante majo!
No hay verbalización de
palabra alguna, pero con
nuestra mirada nos lo
decimos todo. el tren sigue su marcha y este hombre me aprieta el culo con su mano, inhalo fuerte, mis piernas peludas tienen espasmos, saco la mano del otro chico y me giro un poco a la izquierda para tratar de ir de una entrepierna a otra y explorar otra anatomía. Es muy grueso, me encanta como se siente, miro al primer chico y lo tomo de su mano izquierda, me aferro a ella fuertemente mientras el chico de atrás me aprieta las nalgas… ¡Próxima estación Exposiciones!
Aquí nadie se subió ni se bajó, parecíamos figuras de un tetris que no tenía más opciones para acomodarnos, yo estaba al éxtasis, seguía al vaivén de lo que me estaban tocando y también jugaba con la verga mojadita que tenía en frente, ya nada me importaba, a la mierda todo, quiero sexo, lo necesito y no puedo pedirlo, no aguanto más y estoy demasiado lubricado por los dos frentes. De la nada el tipo de atrás se acerca muchísimo más y me respira en el oído.JUEPUTAAAA, no puedo más, este hombre ha jalado el gatillo al explorarme la zona más erógena de mí cuerpo y siento como me vengo a chorros que se quedan atrapados entre mis brief…
¡Próxima estación
Alpujarra!
Sentía una horrible sensación al no poder gemir y tener que ahogar esa deliciosa sensación
mientras todo mí cuerpo se estremecía. El chico de enfrente solo me miraba y con su mano pudo comprobar al tacto, que mi entrepierna estaba muy mojada, él solo se limitaba a tocarme el bulto y yo estaba tratando de disimular el placer que se me dibujaba en la cara y que por efectos del tapabocas no era tan evidente, pese a que los ojos eran muy expresivos…
¡Próxima estación San
Antonio!
Las puertas del tren se abrieron de golpe y los tres salimos expulsados junto a muchas otras personas que salieron en ese momento.
Trato de caminar naturalmente por la plataforma mientras veo como el chico de atrás se aleja entre la multitud y se dispone a cambiar de tren.
Por su parte, el primer chico se queda caminando conmigo y me dice que se tiene que devolver a
Poblado porque allí lo esperaban. Entiendo la situación y comprendo que así como las cosas se dieron, también hasta ahí llegaron y me despido. El tren sigue su rumbo y yo ya solo en plataforma, me preparo para seguir mi ruta, espero el próximo tren y sigo el recorrido sin mayor novedad. Llego a casa, me desvisto y me ducho, me tiendo sobre la cama y me quedo un rato largo oliendo mis calzones sudados y humedecidos con mi líquido seminal, ¡Dios, que buena experiencia la que he tenido en este día!