Blog

La Mejor Catedra

2 likes

El año no lo recuerdo, el día era un sábado en la tarde, el lugar la Universidad de Antioquia.
Habían pasado cerca de 8 meses de uno de los tantos paros que se dan en las universidades públicas y el ambiente del campus era de completa soledad. Yo me encontraba en el segundo piso del bloque 6 leyendo yq luego de un prolongado tiempo de ser el único en aquel espacio, un chico apareció en mi horizonte camiando por los solitarios pasillos.

Retiré la vista del libro y crucé miradas con el joven, quien me sonrió y continuó su recorrido. Lo seguí con la mirada y quedé hipnotizado con la horma de su pantaloneta que le marcaba un precioso y bien trabajado derrier. No habían pasado ni 10 metros cuando este hombre se descubre la pantaloneta y mientras continúa con su caminar, deja al descubierto sus gluteos.
No lo podía creer, estaba completamente sólo en este espacio de la universidad y tenía frente a mis ojos a un sujeto que me estaba incitando al pecado con tremenda provocación.

Estaba estupefacto y mientras lo veia alejarse, sabia que no lo podía dejar ir, entonces recogi mis cosas y comencé a seguirlo.
El se percató de ello, se subió su pantaloneta y al final del pasillo giró en dirección oriente hacia la zona que conduce al bloque
1 y yo aceleré el paso.
Cuando tuve nuevamente la visual, vi como el chico giró a la derecha, lo cual me dio a entender que se dirigía a los baños del primer piso, asi que aceleré el pasó, giré y bajé las escalas a toda prisa, llegué a los baños y no lo encontré ahi.
Todo el espacio estaba vació y yo era nuevamente el único que se encontraba ahi a solas con mi soledad y la compañia del libro.
Subi al segundo piso y al dirigir la mirada a la plaza del Ché, ahí estaba él, ahí a solas con el paisaje donde nuestras miradas se encontraron nuevamente y en un tiempo que parecia atemporal, nuestro deseo fue creciendo más y más, al punto que sin hacernos gestos, definimos que necesitabamos el contacto fisico inmediato.

El se dejó venir y en menos de dos minutos ya había subido al segundo piso y estaba frente a mí diciéndome que estaba muy excitado y que quería que le diera un buen beso negro, ahi justo en aquellos solitarios pasillos, a la vista de todos y con la adrenalina de que en algún momento alguien nos pudiera descubir.
Hasta ese momento, nunca antes había explorado este tipo de exploraciones sexuales, pero ante tremenda motivación tan bien trabajada terminé por ceder.
El chico descubrió su pantaloneta, levantó una pierna, la apoyó contra la pared y con su mano derecha separó sus gluteos, dejando ver un rosado y muy limpio orificio, el cual palpitaba pidiendo a gritos una estimulación oral. Esta sería mi primera experiencia de este tipo y teniendo en cuenta algunas referencias de materiales audiovisuales, tenia claro como debia realizar la exploración y queria dejar la vara muy en alto.

Comencé por acercar mis manos y tocar sus nalgas, luego de sentir la textura de su piel lampiña, continué disfrutando de esta experiencia multisensorial
olfateando la zona y descubriendo un olor bastante agradable para mi gusto. El chico acababa de salir de piscina y su higiene era impecable.
La vista, el tacto y el olfato me tenían sobre estimulado y sabía lo que de venía en esta experiencia, así que comencé muy sutilmente a besar aquella zona erógena y en menos de un minuto había pasado de 0 a 100.
Le tomé literalmente gusto al asunto y mientras succionaba frenéticamente
podía percatarme de como entre gemido y gemido, el cuerpo de este hombre quería más.
Desde el pasillo veiamos a las personas transitar por la calle Barranquilla, indiferentes de lo que estabamos haciendo. Los buses transitaban y la universidad seguía completamente a solas.
Pasaron quien sabe cuantos minutos y ni un solo vigilante aparecia a la vista.
Yo seguía ahi,
alimentandome de él y este a su vez con cada gemido y retorcijón de su cuerpo me impulsaba a continuar con mi ardua labor.
Llegó un momentó en el que sus piernas comenzaban a flaquear y ante tal excitación, de forma natural y con la espontaneidad del caso, su cuerpo terminó por expulsar a la pared una buena y prominente cantidad de liquido seminal.
Yo quería seguir pero él ya estaba cediendo y doblegandose en un orgasmo que se prolongaba más allá de aquella emulsión involuntaria.

Lo ayude a levantarse y nos sentamos en una de las mesas continuas, ahí hablamos un rato y luego él me dio uno de los mejores regalos de ese día.
Ahí sentados los dos, uno frente al otro, descubrió sus bellos pies y permitió que los explorara y les diera un masaje con exploración genital.
Luego de confesarle que era mi primera vez haciendo este tipo de cosas, él me dijo que lo había hecho muy bien, a lo que le propuse una nueva intervención que aceptó gustosamente.
Repetimos y disfrutamos de la adrenalina que genera saber que estamos haciendo algo prohibido en un lugar tan público.
Esta fue mi historia de pecado, una que me ha dejado un gusto particular por realizar este tipo de prácticas y descubrir otra faceta de mi sexualidad.
Agradezco por tu tiempo y el espacio que nos brindas al permitirnos contar desde la clandestinidad, aquellas cosas que para muchos siguen siendo tabú y que hay que aprender a normalizar

Regresar a la lista